20 ago 2011

Un año en Finlandia

Hoy hace exactamente un año que aterricé en Helsinki, Finlandia. Venía aquí para hacer el proyecto de fin de carrera durante cuatro meses, y las cosas se liaron hasta acabar trabajando y viviendo aquí, hoy ya un año. Por supuesto, recuerdo perfectamente mi primer día, ya que empezó bastante mal pero acabó increíblemente bien, aquí la historia.

Antes de nada os tengo que situar un poco en el contexto para que la historia tenga sentido. Unos meses antes, por Abril a lo mejor, entregando los papeles de la beca, coincidí con una chica en la oficina de asuntos internacionales de mi universidad. Cuando salimos de entregar los papeles nos dimos cuenta que los dos íbamos a Helsinki, así que nos intercambiamos los mails para mantener el contacto, estar atentos los dos con los papeles y los que nos fueran diciendo, y de algún modo ya tener a alguien de contacto cuando llegáramos a Helsinki. Nos vimos un par de veces más por la universidad, y al final decidimos venir los dos juntos en el mismo vuelo para no ir solos, y si nos perdíamos, al menos nos perdíamos juntos.

El vuelo lo cogimos super pronto, recuerdo despertarme como a las tres de la mañana para coger la maleta y salir para el aeropuerto. Hicimos escala en Milán y de ahí a Helsinki. Recuerdo tener una conversación con esta chica hablando sobre que ibamos a hacer después, y yo le insistía que estaba seguro que acabaría y volvería a hacer un máster... También me comentó que iba a quedar ese mismo día con un amigo finlandés para ir a su casa y pasar el fin de semana allí, y que si quería, me podía apuntar. Pero claro, para mí era el primer día, iba a estar cansado y lo que me apetecía era llegar y poder instalarme y organizarme, visitar la ciudad, etc, etc... Que iluso.

3.000 km de nada...

Pero bueno, centrándonos en la historia del primer día, aterrizamos  las tres y media, era viernes, y nos habían venido a recoger unos estudiantes de la universidad de origen. Lo bueno de esto es que nos llevaban hasta casa (nos pagaban el taxi y todo) así que no teníamos que preocuparnos por encontrar donde vivíamos. Decidieron que primero me dejaban a mí y después a Tamara, la otra chica.

Llegamos a mi vecindario y buscamos cual de todos es mi apartamento. Es un poco difícil porque va por número de la calle, letras para el bloque, y números de piso y de cuarto. Pero en cualquier caso, lo encontramos. Intentamos abrir con la llave que me habían dado y no consigo abrir. Intenta abrir el estudiante que nos acompañaba y no puede. Revisamos la dirección. Es esa. La puerta no abre. Pero oímos ruidos dentro. Bueno, lo mismo ya ha llegado algún compañero y está dentro, y por lo que sea mi llave no funciona.

Llamamos al timbre y nos abre la puerta una mujer de unos 40 años y unos 100 kilos, de aspecto ruso. Y no habla inglés. Intentamos comunicarnos con ella, y nos enseña el contrato de la casa. Efectivamente, estaba en su casa y tenía contrato hasta el 31 de Agosto. La habían liado con mi contrato, pues yo podía empezar a vivir desde el 16 según mi contrato, pero obviamente ahí había otra familia viviendo.

Y lo mejor de todo, es que ya habían pasado las cuatro de la tarde, con lo que, la oficina de la agencia de los pisos había cerrado. Así que ahí estoy yo: en una ciudad que no conozco, hablando en inglés por primera vez casi y sin casa.

Pero bueno, decidimos ir a casa de Tamara ya que ahí no podemos hacer nada. Yo obviamente os podéis imaginar como estaba, preocupado es poco... Llegamos a su casa, y en su caso no hay problema, podemos entrar, ya había allí algunas compañeras de piso y al final Tamara me ofrece que me quede con ella ya que no hay otra solución salvo esa o irse a un hotel. Así que decido quedarme con ella y el lunes ir a la oficina a preguntar que había pasado y que me lo solucionaran.

Y como ya me había dicho, quedó con este chico finlandés, que vino a su casa y nos ofreció irnos con él a pasar el fin de semana a casa de sus abuelos. Yo ya no iba a poder hacer el plan que tenía en mente, así que me dejo llevar y me apunto a su plan.

Así que nada, nos fuimos a casa de los padres del chico primero, a Salo, unos 100km de distancia con Helsinki. Allí nos invitan a cenar: salmón hecho en barbacoa con ensalada, y de beber un longdrink (una bebida parecida al gintonic pero con menos alcohol...).

Mi primera foto en Finlandia. ¡Ñam ñam!
Sólo puedo decir que estaba buenísimo ese salmón. Y bueno, lo mejor eran los paisajes de la zona, todo bosque, todo verde. El día mejoraba por momentos.

La casita de los padres del amigo
Barrio tranquilo

Pero lo mejor estaba por llegar, porque si recodáis, íbamos a casa de sus abuelos. Así que despedimos a los padres y la hermana, y marchamos para la casa de los abuelos, a poca distancia de allí. Y esto es lo que nos encontramos:

wow!

En la lanchita

Un lago enorme (que realmente era el mar), y la casa de sus abuelos está en una de las islas. Así que la abuela nos viene a buscar en ¡lancha! Y a partir de ahí empezamos a fliparlo en colores, unos paisajes preciosos, un montón de bosque... Nos dimos una sauna (la primera en Finlandia) y después vimos las estrellas, y en la vida he visto tantas estrellas en el cielo, y eso que he ido al campo a verlas en España, pero en serio, el cielo completamente lleno, no veías ni un sólo espacio sin estrellas.



A la mañana siguiente estuvimos pescando por allí, y dando una vuelta por la zona. Y luego nos comimos lo que habíamos pescado.

La terracita de la sauna


La entrada de la casa
Rico, rico. Pescadito ahumado


Así que como veis, la cosa empezó mal pero acabó muy muy bien. Ese mismo día fuimos para Turku, salimos por la noche, la primera fiesta y vuelta para Helsinki la tarde siguiente.

Sobre el piso, el lunes fui a la oficina y en principio no me dieron solución, y en ese momento si que me agobié, pero hablé con la coordinadora en la universidad y en una llamada solucionó el problema. Me dieron un piso temporal y a partir de Septiembre viví en la que tenía que ser mi casa.

Y el resto es historia. Muchas fiestas, mucha gente nueva, muchas experiencias, una vida completamente nueva. Pero bueno, otro día os cuento más. Espero que os haya gustado.

Un añito en Finlandia... sólo se me ocurre decir: Kiitos!

Moi moi!

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